Poda del olivo "el elixir de la (casi) eterna juventud"

En Almazara Deortegas llevamos 30 años dedicados al cultivo ecológico del olivar de secano y 10 años elaborando nuestro propio aceite. En todo este tiempo hemos ido entendiendo y comprobando que uno llega a conocer su tierra y sus cultivos a través de la observación, investigando y probando diferentes técnicas y prácticas hasta encontrar las que mejor se adapten a los recursos y condiciones del lugar.

La calidad del aceite ya sabemos que depende de todo ese trabajo de campo, por eso para nosotros la poda es, entre otras, una práctica muy importante que realizamos con sumo cuidado al terminar la cosecha, buscando afinar con los años la fórmula que mejor funciona en nuestros olivos y poniendo especial atención en los cuidados posteriores para que los árboles tengan una buena y sana continuación.

Al mismo tiempo que vamos podando también trituramos toda la leña podada para incorporarla de nuevo al suelo recuperando así nutrientes importantes además de otras muchos beneficios que aporta, pero éste es otro tema interesante al que le dedicaremos un espacio por su importancia.

Sabemos que existen diferentes tipos de poda: de formación, de producción y de renovación. La que llevemos a cabo dependerá de distintos factores pero sobre todo de la edad y el estado del olivo. Aquí, no vamos a entrar en las diferentes técnicas de cómo y cuando podar. Ya existe mucha información al respecto, pero sí queremos transmitir la idea de que la ciencia de la poda no está sólo en lo que se suprime sino, y sobre todo, en lo que se va a poner en su lugar.

Podríamos entonces decir que la poda es el "arte" fundamental para mantener el equilibrio en el olivar.

El equilibrio entre la propia naturaleza del árbol y la necesidad del olivarero/ra asumiendo la importancia de la observación y el uso de buenas herramientas en las manos.

Equilibrio entre la cantidad de hoja y la cantidad de madera; Sabemos que en el olivo, como en todas las plantas, las hojas son los órganos que captan la energía para mantener el árbol y producir la cosecha. Y ésta captación depende directamente de la superficie total expuesta al sol, cuanto mayor sea la copa de un árbol mayor será la cosecha que pueda portar. 

Ambas proposiciones tienen una limitación evidente, a mayor superficie foliar y a mayor volumen de copa, corresponde mayor actividad y mayor transpiración, o lo que es lo mismo: mayor consumo de agua y de nutrientes. Así se plantea una necesidad de control a ejercer mediante la poda, conseguir el máximo volumen de la copa y de la superficie foliar expuesta al sol, adaptada a las condiciones ambientales de cada olivar.

Equilibrio entre la copa y la parte subterránea que es preciso mantener ya que cada raíz principal alimenta a una rama de su misma categoría.

Equilibrio entre luz y sombra, la imprescindible iluminación para las hojas y el necesario sombreamiento de las ramas

Equilibrio entre ventilación y frondosidad; buscando conseguir copas rejuvenecidas, con el volumen adaptado al medio, ventiladas ( para evitar plagas y enfermedades) y extendidas, con superficie de hoja amplia y bien soleadas, es lo único que debe perseguir una buena poda. 

Equilibrio entre precisión y economía, la poda no puede ser excesivamente costosa. 

"Está claro que lo del equilibrio no es fácil, no se improvisa, cada olivar tiene su punto y hay que buscarlo, se prueba, se va ajustando y un buen día se encuentra..." (Manuel Pajarón Sotomayor, en su libro "El olivar ecológico").

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Deortegas.